El incidente ocurrido frente a una sucursal del Banco Santander en Polanco, donde un escolta en cumplimiento de sus funciones abatió a un presunto delincuente, demuestra una vez más, todos los problemas que un concepto de protección ejecutiva netamente reactivo puede generar.

 

Aparentemente todo está bien: hubo un intento de asalto, el protector reaccionó oportunamente y cumplió con su trabajo abatiendo el presunto delincuente- sin embargo desde el lamentable caso de Adolfo Lagos, sabemos qué las cosas pudieron terminar de una manera muy distinta: la bala necesariamente pasó cerca del propio ejecutivo, al asaltante se le pudo haber ido un tiro, un inocente pudo haber quedado herido  o muerto del otro lado de la calle, pudo haber mas cómplices generándose una balacera con resultados impredecibles etcétera…

 

Afortunadamente (literal) las cosas salieron bien para el protegido y el escolta (si a esto podemos llamar “bien”) -sin embargo ni tan bien, ya que atrajeron atención de los medios no deseada y las indagatorias de toda clase, habrá que atender los asuntos legales etc etc

 

Todo esto se debe a un concepto reactivo de Protección Ejecutiva, desde mi punto de vista ya obsoleto, basado en esperar una agresión para actuar – en lugar de minimizar las posibilidades de que una agresión se produzca.  Esto podemos ver en el hecho de que la exposición del ejecutivo a un ambiente inseguro o sea la caminata entre el banco y su vehículo, la que nosotros llamamos “la costura”, fue demasiado larga e insegura y dio la oportunidad al delincuente de actuar.

 

Nuestro trabajo es eliminar estas condiciones inseguras para no tener que eliminar a los delincuentes poniendo en riesgo la vida del ejecutivo, de las personas inocentes y de la nuestra propia.

 

Protección ejecutiva no es un proceso de reaccionar y abatir,  sino un sistema de planeación y logística que reduce la exposición y la vulnerabilidad del protegido.

 

En este caso hubiera sido mucho más adecuado para esta operación, elegir la sucursal de Banco Santander ubicada en la Plaza Polanco que está resguardada por la Policía Auxiliar, pudiendo  entrar y salir en el vehículo eliminando así las costuras, reduciendo los riesgos – y nada de esto hubiera pasado!

 

¡Así de simple!

 

Es el momento de abandonar los antiguos paradigmas de protección que tanto daño han hecho a nuestro sector y adoptar los sistemas que nos permitan anticiparnos y evitar los riesgos creando así la tranquilidad de nuestros protegidos, dignificando a nuestra profesión

 

Por Ivan Ivanovich

Foto de Publimetro

 

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